viernes, 7 de noviembre de 2014

Equipado para Servir


Leer | 1 Pedro 4.10, 11
10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
El Señor ha dado una responsabilidad grandiosa a quienes ha salvado. Ha llamado a los creyentes a ser sus siervos, y a realizar su obra aquí en la Tierra. Piense solamente en lo importante que es que el Todopoderoso, que no necesita nada, y que puede hacer todas las cosas, nos invita a formar parte de lo que está haciendo.
Ser un siervo del Señor requiere que nos pongamos bajo su autoridad, escuchemos sus instrucciones, y llevemos a cabo sus mandatos. Con nuestras propias fuerzas, esta tarea está más allá de nuestras capacidades, pero cuando estamos caminando obedientemente con Él, nos da todo lo que necesitamos.
El Padre celestial nunca le delega tareas a sus hijos sin equiparlos previamente. Comienza desarrollando el carácter de Cristo en nosotros. Luego, al cooperar nosotros con su Santo Espíritu, Dios transforma un corazón egocéntrico en el corazón de un siervo que se deleita en atender las necesidades de los demás.
Para capacitarnos mejor, el Señor nos da dones espirituales que debemos utilizar en beneficio de otros. Con tareas específicas en mente para cada creyente, el Espíritu Santo concede los dones espirituales que necesitamos para cumplir con los propósitos de Dios.
La invitación ha sido hecha, y el poder y las capacidades están a nuestro alcance. Lo único que necesita son siervos dispuestos a participar en la aventura más emocionante de la vida. Únase al Señor en su trabajo, utilice sus dones espirituales, y deje una huella para Cristo en este mundo.

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